Hace pocos días almorcé en el gastrobar El Pintón, situado
en la calle Francos nº 42, en las antiguas Galerías Peyré y en el lugar que
ocupaba el restaurante Baco. Aunque la distribución es bastante similar, la
apertura del patio y las reformas que se han realizado en el local, le dan
muchísima luminosidad y un toque mucho más moderno.
La verdad es que tenía referencias positivas y negativas a
partes iguales y la curiosidad me pudo más que otra cosa. Pongamos a El Pintón
en antecedentes... pertenece al grupo hotelero del restaurante Zelai y el
edificio fue obra del arquitecto Aníbal González.
Aunque iba avisada de empezar el almuerzo con un cocktail,
no tenía muchas ganas ese día, así que tendré que volver para comprobar si son
tan buenos como dicen.
Para comenzar pedimos un Bloody Gazpacho. Así por el nombre
pensé que sería un gazpacho picantito con alguna que otra gracia. Pues no, es
un gazpacho más bien normalito (un poco picante, pero poco) en vaso mediano.
Aunque he probado gazpachos mejores, me gusta que se intente innovar en uno de
los platos insignia de la cocina española.
También pedimos arroz de mariscos. Nos habían comentado que
no era muy bueno, pero es que nos encanta el arroz y no pudimos resistirnos. Es
un error. Estaba hirviendo y además se notaba que lo habían recalentado. Tenía
una cantidad aceptable de trozos de marisco pero demasiado caldoso para nuestro
gusto.
De segundo, tartar de atún rojo al momento con mayonesa de
wasabi y bacalao confitado sobre crema de ajetes y quinoa. El tartar estaba
delicioso. Recién hecho (como su nombre indica) y una cantidad más que
suficiente. Es un motivo para volver.
Respecto al bacalao confitado, ¿qué decir? Es un must de la gastronomía
sevillana y no hay restaurante que se precie actualmente que no lo tenga en su
carta. Para mí es un plato estrella y me gusta que esté bien cocinado. De este
no tengo queja ya que la quinoa y la crema de ajetes le daban una textura y
gusto especial, pero era un lomo muy pequeño y no tan confitado como me gusta.
Pero aún así, recomendable también. Ese es el problema de tener un plato
favorito de un restaurante determinado, que las comparaciones son siempre
odiosas. Pero de verdad, está muy bueno.
Normalmente no suelo pedir postre porque siempre suelo
acabar muy llena y porque los dulces no son mi pasión, pero quería guardar un huequito para la
recomendación estrella: la torrija de brioche artesana con dulce de leche.
Fantástica. En su punto justo de dulzor y una buena combinación con el dulce
de leche (colocado a un lado para que no te empalague demasiado).
Aunque no está en carta, también hay fruta de temporada. No
dudes en preguntar a los camareros.
Hay muchos camareros pero parece que no tienen delimitadas
sus mesas de servicio ya que vinieron a tomarnos nota de la primera bebida tres
veces y muchas veces no sabíamos a quién pedir las siguientes.
Respecto a la velocidad en el servicio, es un poco desigual. Cuando yo ya había
terminado el bloody gazpacho mi acompañante todavía no tenía el arroz, y aunque
intenté bebérmelo muy lenta, me cansé de esperar. Los segundos sí nos los
sirvieron más o menos a la vez.
Los precios de la carta son elevados para la cantidad de
comida que hay en los platos. ¡Ojo! No hablo de calidad porque me pareció muy buena,
pero la cantidad muy escasa para los precios que manejan. El bloody gazpacho
cuesta 4'50€, el arroz 6'50€, el tartar de atún rojo 8€, el bacalao 5'50 y el
brioche 4'50€. Los mejores platos relación calidad-cantidad-precio son la tapa
de bacalao y el tartar de atún rojo. Y aunque dicen que son tapas más grandes
que la media de restaurantes en Sevilla, la verdad es que las cantidades no las
tienen todavía muy conseguidas.
Por todo ello, nuestra valoración es (tirando por lo bajo y
esperando que mejoren con la experiencia)
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