Aunque este, sea mi primer post en este blog, voy a empezar con una mala experiencia
que he tenido en un famoso bar de tapas, o mejor dicho de pinchos, en Sevilla: Lizarran.
No sé vosotros queridos lectores y seguidores de El Tapeador cómo lo hacéis, pero yo cuando voy a un nuevo sitio, como en este caso ha sido el Lizarran, me fijo y mucho en todos los detalles: el diseño del local, la comodidad de las mesas, la presentación de los camarero/as, etc., pero sobre todo y eso influye mucho en la evaluación de mi experiencia; la presentación de la carta.
Para acabar, solo quiero decir que tengo un paladar muy exigente, soy de los pocos que piensan que macarrones con tomate es sólo un plato que te preparas cuando estas cansado y no quieres cocinar o cuando te has quedado sin blanca y es lo único que hay en la cocina (soy estudiante y ya he vivido esta situación), pero nunca es un plato buenísimo porque es soso y le falta algo de estructura.
No sé vosotros queridos lectores y seguidores de El Tapeador cómo lo hacéis, pero yo cuando voy a un nuevo sitio, como en este caso ha sido el Lizarran, me fijo y mucho en todos los detalles: el diseño del local, la comodidad de las mesas, la presentación de los camarero/as, etc., pero sobre todo y eso influye mucho en la evaluación de mi experiencia; la presentación de la carta.
Para mí la carta de un restaurante o incluso de una cafetería es tan
importante como lo puede ser por ejemplo la limpieza del local, es la carta de
presentación del establecimiento y es lo segundo que ve el cliente al entrar y le ayuda
en el proceso de toma de decisión, por lo tanto tiene que estar muy cuidada y muy
bien presentada.
En el caso de nuestro local, Lizarran de la Plaza del Duque, no hay nada
que reprocharles ni al diseño del bar ni a la presentación de los camareros, y
la carta era simplemente perfecta: poca oferta (ayuda a decidirse), y fotos de
los platos en tamaño bastante grande.
Pues bien hasta el momento todo parece perfecto y a primera vista es un sitio
de estos que me gustan hasta que...¡llegó el momento de elegir
pinchos!
Éramos dos personas sin mucha hambre, escogimos dos pinchos cada
uno y una ración para compartir: Pincho de tres quesos, pincho de anchoa, lechuga, tomate y queso fresco,
pincho de queso philadelphia con chocolate derretido y nueces, y para terminar
un pincho que tenía un bloque de algo parecido a paté encima de ensaladilla
rusa.
El veredicto señoras y señores: el pincho de 3 quesos es más que
recomendable, será porque es uno de los que no elaboran en la cocina ya que
el queso viene preparado de fuera y por naturaleza sabe bien. Y el otro buen pincho
es el de queso philadelphia con chocolate y nueces, por las mismas razones poca
elaboración en la cocina y aunque no pegue por su sabor a dulce como plato principal o entrante, se recomienda.
Por lo demás, el de ensaladilla era complicado de comer y muy cargado, y el de anchoa el problema estaba en la misma porque estaba demasiado salada, sin ningún toque de acidez (limón), y con un sabor muy pronunciado de pescado azul crudo.
Por lo demás, el de ensaladilla era complicado de comer y muy cargado, y el de anchoa el problema estaba en la misma porque estaba demasiado salada, sin ningún toque de acidez (limón), y con un sabor muy pronunciado de pescado azul crudo.
Ahora pasamos a "le plat de resistance", era una ración cuyo
nombre se me ha olvidado (algo de mar y montaña...). Primero, sorprende el
tamaño de "la ración" que bajo mi propia experiencia seria una media
ración en otros sitios de tapas; era una mezcla de pollo, champiñones y
calamares fritos con salsa mahonesa con curry. A ver... señores...¿quien
ha oído hablar antes de salsa mahonesa con curry? Normal que no sea muy conocida, ya que es una de esas salsa que la pruebas la primera vez y bueno... ni fu ni
fa, y ya a la siguiente cucharada estas pensando en dejar el plato porque le han puesto demasiada salsa. Tengo que reconocer que el calamar estaba muy tierno para ser calamar frito, no era de esos que no terminas de masticar bien o de los
otros que se quedan demasiado blandos.
Para acabar, solo quiero decir que tengo un paladar muy exigente, soy de los pocos que piensan que macarrones con tomate es sólo un plato que te preparas cuando estas cansado y no quieres cocinar o cuando te has quedado sin blanca y es lo único que hay en la cocina (soy estudiante y ya he vivido esta situación), pero nunca es un plato buenísimo porque es soso y le falta algo de estructura.
En fin no creo que vaya a volver a comer de nuevo en el
Lizarran porque le ha faltado mucho para que haga que vuelva a querer probar
su menú, simplemente es Psssé.
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